martes, 5 de abril de 2011

Orígenes de la arquitectura

 Sabemos que el hombre construye desde hace más de 5.000 años. El hombre del Neolítico levantaba dólmenes y menhires con una intención que permanece aún oscura, pero con un sentido que podemos entender, el sentido mágico de la vida que dominaba a los hombres que llamamos primitivos. También los animales construyen: los nidos de algunos pájaros parecen estructuras arquitectónicas complejas; las galerías del topo recuerdan laberintos. Pero mientras que el animal simplemente resuelve con sus construcciones la subsistencia, el hombre busca con las suyas, además de la comodidad, el dominio de las fuerzas de la naturaleza y del destino: la llamada de las lluvias, el aplacamiento de los vientos y la supervivencia ante la muerte. Las primeras construcciones fueron de naturaleza mágica; más tarde, el sentido simbólico fue adueñándose de la arquitectura.

En Egipto, el sentido mágico y el simbólico se entrecruzan; su arquitectura se levanta hacia sus dioses y en torno de la muerte. Las pirámides, quizás abstracciones de montañas, ponen su solidez como obstáculo a la huida del alma del muerto, que encuentra en ellas su tumba y su resurrección. Son moles poderosas que no intentan impresionar, sino resultar inamovibles: la base de la pirámide de Kefren, construida hace más de 4.500 años, es un cuadrado de 215 m de lado, y su altura alcanza los 143 m. Las columnas de los templos egipcios son abstracciones vegetales y soportan techos donde se pintaban representaciones de los astros nocturnos: cubiertas de estancias que simbolizan la noche; pórticos descubiertos que evocan el día.
También los griegos, pintando de colores algunas piezas de los órdenes, evocaban y representaban las fuerzas de la naturaleza; conocían, pues, el carácter simbólico del color como otras tantas culturas.
Otra forma de arquitectura de la que hablan los mitos griegos es el laberinto, construido en Cnosos para esconder al monstruoso Minotauro; su artífice, Dédalo, representa al primer arquitecto.
 El laberinto es una forma de arquitectura que conduce a la confusión o al placer del juego, guarida de un monstruo o cofre de un tesoro. El laberinto es la expresión del ingenio arquitectónico. Al escritor argentino Jorge Luis Borges le gustaba fabular sobre laberintos y en alguna ocasión propuso el mayor y más perverso de todos ellos: el propio universo como escondite perfecto, como absoluta confusión.
LA TORRE DE BABEL" (Pieter Bruegel el Viejo, Kunsthistorisches Museum, Viena) Babel es uno de los orígenes míticos atribuidos a la arquitectura. Su historia es la de un fracaso causado por un exceso de ambición.